miércoles, 21 de marzo de 2018

NACIMIENTO DEL RÍO PISUEÑA

Esta vez, el primer sábado de marzo, estábamos indecisos, no sabíamos dónde ir; de hecho, lo decidimos esa misma mañana. Las rutas que yo tengo en cartera no cuadraban, pero al final mi marido me habló de esta zona, que no habíamos visto, buscamos en wikiloc y encontramos una que se adaptaba en tiempo, dificultad y recorrido. Esta época es muy apropiada para hacer sendas de ríos ya que llevan bastante agua y si además tienen saltos pues perfecto. Así que nos decidimos por hacer esta: llegar hasta el nacimiento del río Pisueña (afluente del Pas) viendo sus múltiples cascadas. Está en la zona de Selaya (Cantabria) y empieza en un pueblo de su mismo nombre, Pisueña, que está en una desviación de la carretera que sube de Selaya al puerto de la Braguía. Y así, entre pitos y manguitos, empezamos a andar a las 13:30. Y sin tomar aperitivo, que se nos había hecho tarde (voy a tener que llevarlo conmigo).
Lo primero que quiero decir es que esta ruta está señalada como la PR S-69 (ya sabéis, rutas de pequeño recorrido, señalizada con marcas blancas y amarillas), pero nosotros no seguimos siempre la ruta señalada, de hecho la empezamos al revés. Y otra cosa, mi cámara de fotos se estropeó ese día por lo que estas fotos están tomadas con nuestros móviles. Así que la calidad no es la misma y alguna la he tenido que aclarar, pero yo creo que muestran la belleza del entorno, aunque nunca me parece que con suficiente exactitud.
Aparcamos justo antes de cruzar un puente y empezamos por una pista asfaltada, cruzando dicho puente (la senda marcada comienza sin cruzar el puente, hacia la izquierda), siguiendo el curso del río Pisueña, buscábamos el nacimiento  y la pista iba en esa dirección.
Al principio le veíamos  desde un poco arriba, pero ya empezamos a ver cascadas (debajo del puente está la primera):

Sabía por fotos que había visto, que teníamos que ir en dirección a la montaña que se ve al fondo (practicamente tenemos esa vista todo el recorrido), un perfil montañoso que me llamó la atención, es diferente, son los Picones de Sopeña y separan los valles del Pas y del Miera:
En algún momento ya encontramos las marcas blancas y amarillas. Cruzamos (no hay ningún problema), continuando con el río a nuestra derecha, pasando por prados y sendas claras, viendo cascadas:
En cualquier curva puede surgir algo que me sorprende, como en este caso: fijaros en el árbol de la izquierda de la foto. Es cosa mía o...¿parece que otro árbol parece resquilarse agarrándose a él?, ¿buscando mejores vistas quizás?:
Enfrente, cualquier pared es buena para que las plantas se deslicen :

Cabañas pasiegas también por aquí:
Esta es una de las cascadas más bonitas, por el colorido:
Pero no la única:
Al ver las fotos me he dado cuenta del color tan diferente de unas  a otras. Es que el día estaba entre nubes y claros y supongo que la luz tendrá que ver:
En algunas fincas aprovechan el invierno para recopilar piedras (y apilarlas):
Los puentes para cruzar el río o alguno de sus afluentes a veces eran así:
Siempre intentábamos ir por la orilla del río (aunque a veces no se podía), e incluso bajábamos hasta el borde, como en este punto en el que se veían muchas cascadas, de todas formas y alturas. Si os fijáis,  se ve un salto a la  izquierda, otro a la derecha (flechitas, jajaja) y varios ya de frente (siempre aconsejo ver las fotos, si puede ser, en pantalla grande):
Y seguido llegamos a esta super-cascada (casi catarata 😀🏄). Pasamos justo por encima de ella:
Siguiendo la senda llegó un momento en que tuvimos que subir por un prado (está señalizado) alejándonos un poco del río, le veíamos más abajo. 
Y así llegamos, siempre hacia nuestra derecha, al punto donde se considera que nace el río, en lo que llaman la Garma (aunque no es cierto, el río baja desde más arriba), donde vemos cascadas bastante altas que vienen de 2 direcciones distintas, como en forma de Y:
Allí comimos sentados en unas piedras. Pero después, nuestro alma aventurera (uuuu), nos llevó a continuar el recorrido del río por la parte derecha. Buena decisión. Tuvimos que saltar varias veces el río, pero sin mayores problemas, eso sí, hay muchos helechos que ahora están secos y no impiden el paso pero en primavera-verano no sé como estará para andar entre ellos:
Y así pudimos ver otra preciosa cascada con los Picones de Sopeña al fondo, ya muy cerca:
Y ya nos volvimos. Esta es la vista hacia la otra pata de la Y desde  la Garma, por donde baja el otro riachuelo:
Los Picones de Sopeña a la izquierda de la foto y el valle del Pisueña hacia la derecha:
Bajamos repitiendo parte del recorrido, pero, como siempre digo, las cosas se ven distintas si vas en un sentido o en el contrario:
Cuando subimos, aquí fue donde nos alejamos un poco del río, bordeando la pared de piedra, pero a la vuelta atravesamos el prado con estos burros que no nos perdieron de vista:
Para cruzar el río nos encontramos con todo tipo de opciones, como esto que en mi pueblo llamamos atrancos. Me trajeron muchos buenos recuerdos de mi infancia 😢😢(me crié junto al río Aguanaz, y, además de un puente, teníamos atrancos para cruzarlo, escenario de muchos juegos y batallas infantiles). Eso explica mi soltura y estilo:
Para regresar seguimos las indicaciones de la ruta PR S-69, o sea las rayas amarillas y blancas y pudimos ver otras cosas, desde otra perspectiva:
Por esta parte, la del principio de la senda, íbamos por la otra parte del río. Concretamente este prado me recordó al Monte San Pedro en Coruña, tan suave y tan tierno al pisarlo que parecía de algodón (yo es que hasta por los pies, con sus botas de montaña y todo,  percibo sensaciones varias, qué le vamos a hacer...):
Otra forma de cruzar los ríos aquí en Cantabria (nosotros no tuvimos la necesidad): un par de troncos y unas piedras lisitas encima con musgo como argamasa de unión y listo:
Al ver esto no puedo dejar de preguntarme, qué le voy a hacer, ¿con qué criterio crecen las ramas de un árbol para acabar tan enredadas?:
Echando la vista atrás, los Picones de Sopeña, ya más lejos:
Cualquier rincón es bueno para que se produzca un salto de agua (lástima que no se aproveche para obtener energía):
Y casi al final (o principio de la ruta) nos topamos con la ermita de Nuestra Señora de las Nieves, que cuando iniciamos el paseo nos había pasado inadvertida:
Alrededor de la ermita hay varias casas, se baja  por unas escaleras y llegamos al punto de partida, a este puente, que por la mañana nosotros cruzamos, siguiendo el río por su margen izquierda (para saber de que margen hablamos hay que mirar el río aguas abajo, que yo pensaba que era al revés) y hemos acabado por su margen derecha:
Y así acabó esta excursión. Nos salieron unos 16 km. y tardamos 4,5 horas, a nuestro ritmo, sin ninguna prisa. Es muy fácil de hacer, no tiene pérdida puesto que hay que seguir el curso del río, y donde hay alguna duda hay marcas. ¿Mejor época para realizarla? pues no sé... Ahora el río lleva agua y como los árboles no tienen hojas se ven muy bien las cascadas. En primavera y verano el paisaje será más verde, en algún punto incluso exuberante. El tema de los helechos de la parte final, a partir del cartel de la Garma, creo que supondrán una dificultad para seguir la senda... A mí así me encantó, el tema de las cascadas incluso más que la que hicimos por la Vega de Pas, la de las cascadas del Yera y del Aján, o esta otra de Lamiña, que hicimos hace un par de años¡¡¡Será cuestión de verlo en todas las épocas!!!Y si alguno lo ha hecho que nos cuente sus impresiones.

1 comentario: