jueves, 7 de septiembre de 2017

FUERTEVENTURA 2


Un año más llegó agosto y con él, las vacaciones. Bueno, las de mi marido y de mi hija, porque las mías... 
En octubre del pasado año, por el cumpleaños de mi marido, estuvimos unos días en Fuerteventura, en casa de mis cuñados. Os lo conté en esta entrada. Pero ya cuando aquello amenazamos con volver y enseguida se puso mi marido manos a la obra y reservó los pasajes de avión. Y mi hija se apuntó también, que ella no había estado todavía. Así que, aunque las circunstancias de mis cuñados han cambiado en este tiempo, pudimos volver a compartir una semana con ellos.
Esta vez, pude ir viendo toda la península desde las alturas, y como llevábamos una pantallita que nos iba señalando la zona que sobrevolábamos, pues estuve de lo más entretenida. Volamos con AirEuropa y, por lo visto, no hace la misma ruta que Ryanair, con quien hemos volado otras veces. Ya en casa, me ha encantado buscar (y encontrar) las distintas zonas que íbamos pasando, comparando mis fotos con el mapa de Google. Por ejemplo, en esta foto, se ve desde Estepona hasta Marbella, pasando por Porto Banús (tengo otra foto en la que se ve la isla de Perejil perfectamente):
Así que llegamos sobre las diez de la mañana del sábado a Fuerteventura (los horarios de los vuelos han sido perfectos para aprovechar el día de llegada y el último día, ya que también salimos al final de la tarde). Ya nos esperaban mis cuñados, desayuno por el camino y a casa. Bajamos a la playa un rato y a comer. La verdad es que la playa más cercana a su casa, lo que llaman Grandes Playas, no tenían nada que ver con las que vimos en octubre. Entonces el agua (que me sale decir mar, pero no es el caso) estaba muy tranquila, la marea mucho más baja y la gente escaseaba. Ese día estaba muy revuelta, la marea muy alta, con algas en algunas zonas y bastante más gente, tampoco demasiada. Por eso, al día siguiente nos dijeron que mejor nos íbamos a la playa del Cotillo, en la costa oeste de la isla, más recogida. En efecto, nosotros tres nos fuimos por la mañana en su descapotable y ellos vinieron a la hora de comer. Esa playa, la de la Concha, en el Cotillo, es de arena blanquísima:
Aunque, en efecto, estaba muy tranquila, también tenía algunos parapetos de piedras, lo que llaman corralitos, para protegerse del viento, por si fuera necesario:
Nos dimos unos paseos por los dos salientes que protegen la playa y yo, como siempre, encontrando parecidos. ¿Vosotros veis, como yo, un pajarraco posado en las rocas, justo debajo del que está volando?:
Este es el aspecto de la playa vista desde esos salientes: 
Ya por la tarde, mi marido se volvió a casa con mis cuñados. Mi hija y yo nos quedamos otro rato en la playa y decidimos volver por el camino de la costa, por el que fuimos el año pasado, una pista con muy mal piso, bordeando todo el litoral. Nos acercamos al faro del Tostón, sede del Museo de la Pesca Tradicional:
Junto al faro está este llamado jardín de apachetas (montones de piedras, aquí en Cantabria los llamamos jitos y los usamos para indicar la dirección de un camino, en la montaña, por ejemplo), en homenaje a los naufragos que murieron intentando llegar a la costa majorera:
Por esa senda costera, que mi hija disfrutó a tope, se pueden ver todo tipo de paisajes: arenales, pedreras, charcas, poblados de caravanas, ....
Incluso barquitas posadas en lo alto de una pedrera que te hace pensar que si la marea ha llegado hasta allí, prácticamente toda la pista por la que vamos, desaparece:
Pasamos junto a las playas Punta Blanca, Beatriz, El Hierro,...., hasta llegar a Majanicho, un pequeño poblado donde hay un cruce: o sales a una carretera asfaltada y transitable, o sigues por la pista y el borde del mar. Mi hija, bien a mi pesar, optó por lo difícil, que se lo pasaba en grande por aquellos andurriales a todo trapo (he de decir que nosotras íbamos en un coche alquilado, que si hubiera sido de ellos, nunca nos hubiéramos atrevido, por supuesto). 
El paisaje, desértico. El color, marrón. En todos sus tonalidades. El relieve, sólo un par de montículos (que no sé si son volcanes) de escasa altura:  
Y de la atmósfera... pues qué decir! Casi todos los días hubo lo que ellos llaman calima, bruma, que aunque hacía muy bueno, la visibilidad no era perfecta. Y eso nos dejaba imágenes como esta, una puesta de sol diferente, preciosa (recuerdo que ninguna de mis fotos tiene filtros ni cambios de color. Si hago alguna modificación, lo digo):
Al día siguiente nos fuimos pronto por la mañana, con la fresca, a subir a un volcán. La última vez que estuvimos, mi marido se quedó con ganas, así que decidimos ir al que más aconsejaban, al volcán Calderón Hondo. Está cerca de Corralejo, pero fuimos en coche hasta Lajares, donde comenzamos. En total se sube a 278 m. de altura, con algún tramo muy pindio (pero mucho, Elia). Primero se sube a lo que creo que llaman Montaña Colorada y ya se pasa al Calderón. Entre ellos, esta espiral de piedritas (cada uno hace con ellas lo que quiere):
Y tras una subidita costosa llegamos al borde del volcán, donde se pueden ver distintas capas de diferentes minerales, la mayoría de tonos rojizos. Forma parte de una alineación volcánica (con 9 "edificios"), y son considerados recientes, de unos 50.000 años de antigüedad, y responsables de que la isla haya crecido notablemente hacia el norte: 
En frente teníamos un pequeño mirador, donde se suponía que suele haber ardillas, pero no vimos ninguna:
Bajamos por la parte del mirador, por un camino con losas y escaleras, más cómodo, pero sin el encanto y la emoción de la otra parte, cuando Jose y yo nos salimos del camino principal y casi ruedo hasta abajo, porque allí arbolito para pararte o ramita para agarrarte, no vimos. ¡¡¡Nada que ver, recomiendo subir por la izquierda del volcán, si se empieza en Lajares!!! El resto del día le pasamos entre la playa y la piscina.
Al día siguiente nos levantamos "pronto" para hacer la excursión larga de la isla, en la que llegamos hasta la punta sur de la misma. Mi cuñada no nos pudo acompañar porque no se encontraba muy bien, pero el resto, después de desayunar en una pastelería-panadería, nos fuimos hacia el mirador de Morro Velosa. Está en la zona de Betancuria y se llega por una carretera que sube y baja por las suaves lomas que le rodean. El edificio es obra de Cesar Manrique y merece la pena visitarlo. A pesar de que la calima seguía presente y no nos dejaba ver con total nitidez, las vistas desde allí, hacia el norte y centro de la isla, son maravillosas: multiples y redondas colinas, barrancos que serpentean entre ellas, el océano más allá,... Desde aquí entiendes por qué la isla es Reserva de la Biosfera:
Pasamos un buen rato por allí, y dentro del edificio, con grandes cristaleras y grandes vistas, pudimos ver cosas curiosas de la formación geológica de la isla y una comparativa con las demás islas canarias, además de una enorme maqueta de la isla. También hay un bar.
Bajamos del mirador y enseguida nos encontramos con esto, otro mirador con dos grandes estatuas de bronce que representan a dos reyes de la historia de la isla: Guise y Ayuse. Miden más de 4 m. de altura, cubiertos con un taparrabos (luciendo tabletita) y con sus varas de mando. No pude dejar de hacerme la foto agarrada a su dedo, no al desgastado, a otro (y alguna otra me hicieron, ¿eh Javi?...) La verdad es que esto de las estatuas no lo he entendido muy bien en esta isla. En algunas rotondas o cruces he visto otras y he pensado que qué desproporcionadas hacían allí las figuras humanas, me parecían muy pequeñas (y no me refiero a un grupo que hay en una rotonda,   en la zona de Jandía, mirando para el cielo, que ya vi que eran niños) y de repente encontrarme con estas...:
Continuamos nuestra ruta hacia el sur por una sinuosa carretera. Entre Betancuria y Pájara nos encontramos con el mirador de las Peñitas o el del Risco de las Peñas, un oasis en medio de la nada, gracias a la construcción de una presa que aprovecha el agua de un río subterráneo (allí sí que había ardillas):
Y llegamos a uno de los sitios que más me gusta de la isla. Lo vimos la primera vez que estuvimos, hace más de 5 años y tenía muchas ganas de que Elia lo viera. Se trata de Ajuy, un pequeño pueblo de pescadores con una playa de arena negra y de fuerte oleaje, como todas las de la costa oeste de la isla: 
Por el lado derecho de la playa, junto a una pared con los restos geológicos más antiguos del archipiélago canario, comienza un sendero perfectamente señalizado y protegido, que te permite ver el océano en todo su esplendor y bravura, de color azul intenso:
Siguiendo esa senda, con varios miradores y pudiendo ver hornos de cal, llegamos a las famosas Cuevas de Ajuy:
Donde termina el sendero se puede bajar o hacia las cuevas o hacia el mar (la foto anterior está hecha desde dentro de una de esas cuevas). Aquí el sonido del agua, pese a que es un entrante que parece protegido, es ensordecedor, pero se ve y se siente tan puro, tan natural... Bajar hacia el agua da un poco de respeto:
Es un sitio que, sin querer, te transporta a la época de los piratas. No he leído nada a ese respecto, pero el lugar parece ideal, quizás un poco movidillo para los barcos piratas... Si que he leído que en la playa se produjo el primer desembarco para la conquista de la isla, allá por el 1401:
Nos pilló un poco pronto para comer allí (sobre todo porque habíamos desayunado de forma contundente), pero el restaurante donde tomamos el aperitivo sacaba unos pescaditos a la terraza junto a la playa, que daba gloria verlos, no digo más. 
Pero nosotros continuamos con la ruta prevista. Cruzamos la isla hacia la costa este, hacia Costa Calma, que dejamos atrás para ir a bañarnos a la playa de Sotavento, a una zona apropiada para deportes de viento. Y es que ¡menudo viento hacía aquel día! Un baño y seguimos hacia Morro Jable, donde paramos a comer, como el año pasado. La playa no parecía la misma, la verdad.
Y seguimos en dirección Cofete, otra vez en la costa oeste (es que no se puede llegar de otra forma). Este es otro de los sitios que me encantan de la isla y me hacía especial ilusión que lo viera mi hija. Pero estaba nublado, bueno, la calima, que no dejaba ver esa playa en todo su esplendor desde el mirador de arriba. Me llevé una gran decepción por ella. Bueno, pero esta vez visitamos la famosa Villa Winter, una especie de museo destartalado de cosas de lo más inverosímiles, hasta "Disparos para obuses" ponía en una caja. Las distintas leyendas que la relacionan con los nazis, le dan un halo de misterio:
Bajamos a la playa, vimos el cementerio y nos volvimos por el mismo camino infernal que ya os comenté en este otro post.
A la vuelta entramos hasta el Faro de Punta Jandía, en el extremo más meridional de la isla, ¡qué viento, casi nos llevaba!:
Al regresar paramos en Jandía, que se ha convertido en un típico pueblo del Mediterráneo, con el Faro de Morro Jable (otro más para mi colección), moderno, esbelto:
Y así, ya de noche, llegamos a casa.
El día siguiente, miércoles, le pasamos en Corralejo, disfrutando de sus maravillosas playas y descansando, que teníamos otra excursión prevista.
En efecto, el jueves nos fuimos por la mañana a la isla de Lobos, que no conocíamos ninguno. Cogimos un barco en el puerto de Corralejo: 
El aspecto de Corralejo desde el mar, y con el inconveniente de la calima, era este:
La isla de Lobos nos esperaba. Creo que en 15 minutos se llega. Tiene 4,5 km2, está declarada Parque Natural, Zona de Especial Protección para las Aves, sus fondos marinos son área de reserva submarina y cuenta con una gran riqueza ecológica.
Sólo tiene una playa de arena, la playa de la Concha de Lobos, la que se intuye en la foto, junto a la loma, que es, por cierto, lo más alto de la isla, la Caldera, con 127 msnm:
También tiene lo que llaman el Puertito, precioso, perfecto para hacer snorkel:
Nosotros, mi marido, mi hija y yo, después de comer y de darnos un buen baño en la playa, nos fuimos en busca del faro de la isla, que estaba en la otra punta. Parecía que íbamos andando por otro planeta. Pasamos junto a la Caldera, pero no subimos. Llegamos al faro, bajito, como todo en la isla:
Desde allí, Lanzarote parece estar a tiro de piedra. Volvimos por el otro lado del islote y aquí empezaron las sorpresas. La costa oeste, por donde habíamos venido tenía este aspecto:
Pero la costa este es otra historia. Ya desde el faro se veía una charca verde, pero no verde por agua estancada, sino por vegetación:
Y así seguimos todo el camino. Ya empecé a entender lo de las 130 especies vegetales que hay en la isla y que primero no lo acababa de ver, todo estaba seco pasmado, con un par de especies de arbustos. Pero para este lado era muy diferente:
Había vegetación y muy verde:
En algún punto tuvimos que cruzar subiéndonos a los muros porque el agua inundaba los senderos:
Desde ese muro, mirando para el lado del océano, esto, aguas cristalinas sobre un fondo tapizado de plantas acuáticas que nunca imaginé que pudiera haber allí:
Hacia el otro lado una vegetación tupida, en perfecta y extraña convivencia con la más absoluta desolación de un poco más allá:
Y así dimos la vuelta a la isla, regresando a El Puertito donde estaban mis cuñados disfrutando del agua. Otro estupendo baño viendo la gran cantidad de peces que surcan esos fondos y a la hora del último barco de regreso, nos volvimos a Fuerteventura.
El viernes mi hija regresó a la península, que tenía una boda. A nosotros todavía nos quedó la tarde del viernes y todo el sábado para disfrutar de la isla y sus playas (y del descapotable de mis cuñados, olalá):
Me vine con la pena de la calima que, para mi gusto, restó mucho encanto a la isla, sobre todo por mi hija, que nosotros ya lo habíamos visto en las mejores condiciones. Sólo creo que los dos primeros días estuvo más claro, pudiendo ver Lanzarote y Lobos así:

Por lo demás, sólo me queda agradecer a mis cuñados su atención para con nosotros y desearles que la nueva vida que empiezan ahora, les permita almacenar momentos felices para el recuerdo, como los  que, sin duda, mantendrán toda su vida de su estancia en la isla majorera. Gracias!!!
Por otra parte, yo sigo con mi lema: "quien bien te quiere, te hará viajar"!!!

4 comentarios:

  1. QUE BONITO VIAJE. CON QUÉ ISLA TE QUEDARÍAS¿?

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    1. Bueno, pues no sabría decirte... De las Canarias, conozco Gran Canaria, que gracias a una mala experiencia, hace muchos años, pues la tengo un poco atragantada. Tenerife: he estado 2 veces y muy bien. En Lanzarote descubrí otro mundo, casi lunar, y Fuerteventura tiene sitios muy bonitos, diferentes. Así que si no lo conoces, te animo a que vayas viendo. Gracias por comentar

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  2. Pindio pindio... eehh!!! Menuda pájara estás hecha!!!! Muy buen post!!! Pero no tengas pena por la calima y todo eso... que me ha gustado mucho, y probablemente volveré!! Gracias por llevarme a conocer un sitio más!

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  3. muy buena opción para semana santa. nos ha encantado. gracias por la recomendación de sitios.

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